Continuación de la crónica del día 1 de enero.
La Luna Llena está aquí y siempre que tengo ocasión no me pierdo su salida desde la terraza. Así que termino las tareas y cuando suena la alarma salgo disparada a la terraza. Quedan diez minutos para que asome el primer rayo de luz selenita.
Cinco minutos para la cuenta atrás. Aparece por la calle una furgoneta de reparto con las largas puestas que me hace desviar la mirada, como aminore es que es para mi... no, ahora no.... ayyy
Y efectivamente se para en mi puerta. Salgo como una escopeta escaleras abajo para llegar lo antes posible y en tan solo dos minutos le firmo y estoy de vuelta en la terraza. Qué calor, con la tontería de las escaleras. El resplandor no tarda en hacer acto de presencia, destacando un halo anaranjado en mitad del horizonte añil.
Dirijo los prismáticos hacia el mismo punto y ... ahogo un.. un, no pude ni hablar, ni pensar... la imagen fue indescriptible. Un filete de luna, si... habéis leído bien, un filete de luna se acababa de desprender de ella y flotaba por encima de su ya visible cuerpo. Implacablemente subía poco a poco y con ella se desprendieron por lo menos tres trozos que a su vez se rompieron en lo que parecía el aspecto de arena suelta... esas porciones lunares eran verde. Pero verde esmeralda.
El cielo en ese punto estaba sucio, cubierto de bruma y se apreciaban capas de nubes que destacaban como bandas molestas. Selene ascendía... aquí llega a su cita, puntual... Dama de los cielos, reina de nuestro corazón, ondea su figura en el oleaje de la atmósfera.
Me viene a la cabeza la melodía de Local Hero: “That's the way it always starts, sitting here and waiting on the beating of my heart." Y en la solemnidad del momento pude escuchar mi corazón.
Su ondeante limbo es hipnótico. Oscila curvándose, aplastándose y rompiéndose como lo hace el Sol en el mar... la luna se hace pedazos y lo lanza al cielo por encima de ella como confeti...
A medida que asciende el efecto de loncheado que le hace la atmósfera se va suavizando, ya solo se ondula como una bailarina de danza del vientre. Un avión cruza por delante, deja una estela fina y contrastada que se suma a las que ya adornan la luna. Parece que quiere atarla con un fino lazo para llevársela, pero no puede... nadie lo consigue. Bandas más gruesas intentan cubrir sus encantos, dos muy destacadas le dan un aspecto de planeta joviano... nada, tampoco... Ella finalmente se eleva, libre, y camina hacia las estrellas.
Unas horas después desaparece su rubor, demasiados ojos mirando... ahora, en la oscuridad dela noche cuando todo el mundo duerme volverá a iluminar el sendero. Te cuidado si te la encuentras, quedarás deslumbrado con su belleza argentada.
Quién tuviera un poco de cavorita esta noche...
Buenas noches.