Crónica de la Observación Visual; Baza, julio 2010
..o la historia de observación más larga jamás contada...
Esta es la parte que más me emociona de las crónicas: cuando llega la noche y estamos bajo las estrellas. El fin de semana fue largo y aunque teníamos previstas 3 noches de posible observación solo la primera nos la perdonamos debido a las nubes.
Equipo:
Dobson LightBridge 16" (F 1829, f4'5, D 406,4mm)
Prismáticos TS 25x100 LX (Mr Magoo), SW 200/1000 f5 (Magda)
Oculares SWAN, Celestron e Hyperion (40mm, 32mm, 15mm, 8mm, 5mm, 3'5mm)
Los que más utilicé fueron el SWAN de 40mm y el Hyperion de 8mm)
Estaba bastante cubierto y hacía viento, como nos encontrábamos muy cansados del viaje nos tomamos la noche libre, cenando muy relajados y charlando de los próximos días. De vez en cuando salíamos para ver el cielo. No esperábamos que despejara ya que el parte meteorológico ya nos lo había avisado, eso sí: el viento iría limpiando el cielo y las próximas noches serían muy diferentes.
Tras la cena salimos al exterior y contemplamos el cielo, era un espectáculo ver pasar las nubes tan rápido como gasas de tul, unas densas y sedosas, otras de un gris transparente que de alguna manera dejaba entrever las estrellas más brillantes. Sentí un hormigueo en el estómago… se va a despejar y verás mañana.
Volvimos dentro y continuamos la tertulia, pero al poco no pudimos evitar volver a salir. ¡Está abriendo! Cada vez había más claros aunque aun no habían desaparecido las nubes y los velos. Hoy descansaremos para mañana estar al 100%. Ahí estaba Antares, Sagitario, la Vía Láctea se fundía con las nubes pero se podía diferenciar perfectamente una de otra. Con la adaptación se notaba que el cielo estaba algo brumoso, turbio pero el viento parecía querer barrer todo ¡Qué cielo nos espera! Cada vez se abrían más claros y probamos a medir con el SQM-L: nos dio una medición de 21:60 en el cenit. Comencé a tiritar, pero debía ser de pensar en lo que nos brindaría la siguiente noche.
Nos fuimos a descansar.
El parte meteorológico acertó: estaba completamente despejado. Hacia el oeste se apreciaba cierta neblina por lo que pensamos que quizá el resto del cielo también la tuviera pero no había rastro de nubes y se veía muy azul.
Después de sacar los equipos para aclimatarlos descubrimos que los tornillos de colimación del LB se habían soltado y tuvimos que colocarlos todos en su sitio.
Subimos a las afueras del pueblo a montar los equipos en unas plataformas que hay a la entrada y que quedan bastante elevadas. Son muy accesibles y como el pueblo no tiene luces no tuvimos que irnos lejos. Colocamos el Dobson y el FSQ106 sobre unas lonas para protegerlos del suelo. Hice algunas panorámicas de la zona de observación. El crepúsculo era sensacional por los colores y la nitidez así que preparé la cámara y comencé a hacer muchas fotos de siluetas. Paco decidió no montar el telescopio esta noche, tan solo los prismáticos 25x100 (Mr. Magoo), estaríamos observando con el Dobson toda la noche y aprovecharíamos el gran campo de los prismáticos para objetos extensos.
Fernando se colocó más al oeste para que la pantalla del ordenador no molestara (no lo hizo en ningún momento aunque el pobre si estuvo deslumbrado toda la noche) y el LB16” junto a los prismáticos Magoo más al este.
Durante la noche él tuvo problemas con el telescopio: falló el regulador de 8,1 voltios que alimenta la Canon 350 y no pudo hacer nada. Pasó toda la noche luchando por averiguar dónde estaba el problema y finalmente descubrió que fue esta pieza. La verdad es que la noche se nos hizo cortísima, y todo el tiempo estuvimos escuchando la fuente de agua de la entrada del pueblo, como fondo músical natural.
Nosotros observamos muchísimos objetos, Fernando estaba tan fastidiado el pobre que aunque le invitamos a que viniera a mirar unas cuantas veces el malestar de la avería le había dejado obsesionado toda la noche. Eso sí, el tesón dio sus frutos finalmente descubrió lo que había fallado.
Como resumen antes de pasar a describir los objetos os diré que la noche fue espléndida y vimos múltiples estrellas fugaces, Sagitario, Acuario y Capricornio fueron las constelaciones que más fuegos artificiales regalaron. Probablemente hubo actividad de varias lluvias solapadas, por estas fechas hay varias activas.
Al amanecer salió una finísima luna menguante muy cerca de las Hyades. La Osa Mayor estaba tumbada completamente sobre el horizonte norte, y como se veía una capa de atmósfera densa sobre Baza daba la sensación de que la Osa se estaba bañando en esa franja morada. El amanecer siempre me produce emociones únicas, el color, el frescor… la sensación de un nuevo día, de claridad. El cielo tiene un brillo y una transparencia única que solo al amanecer se ve. Me quedé extasiada contemplándolo. La llegada de la luz tras la oscuridad tiene algo de atávico.
Poco antes del orto solar recogimos, la luz del día nos inundaba. Estábamos muy agotados pero llenos de emociones por las maravillas que habíamos contemplado. Me despedí de las últimas luces tenues de la noche… solo quedan algunas rezagadas estrellas… las más brillantes… contemplé el cielo hasta que la claridad apagó el último destello de Júpiter, que nos dice ¡hasta mañana!
La noche fue muy intensa, tras guardar de nuevo los telescopios volvimos a la casa cansados, caminando torpemente pero divertidos, es lo que tiene observar a “salto de estrella” que mantienes muchas veces los músculos en tensión mientras compruebas los mapas, miras por el buscador casando estrellas, chequeas de nuevo el mapa, compruebas por el ocular: “si, es la zona, pero hay que moverse para el otro lado, ¿ves ese grupo triangular? Sigue la línea que une las más brillantes hacia la pareja del extremo, una vez y media su distancia… ¿ves la mancha nebulosa que aparece ahí, indirectamente? ¡genial! la hemos cazado”. Y así, siguiendo las alineaciones de estrellas pasamos la noche… hasta que llega la luz del día.
Comienza la observación:
Tras colocar bien en la camisa al Dobson y equilibrarlo, pasamos a la colimación. Es una gozada la rapidez con la que este proceso se puede hacer, en pocos minutos queda ajustado. Eso si, al cabo de un tiempo pierde el ajuste y hay que recolimar pero visto lo visto no es un problema. Aunque he de reconocer que nos pudo el mono y al final no lo hicimos lo que debíamos.
Con el planning de observación a veces pasa igual. Cuando pasas mucho tiempo sin salir a observar no lo sigues a rajatabla y dices: …“ya que estoy aquí voy a ver qué tal se ve este cúmulo, o esta nebulosa también”… para volver al plan de observación al rato. Es muy importante llevar una lista de objetos a observar; aunque luego la amplíes sobre la marcha; no importa, lo que es muy productivo es tener previsto un “circuito” por las estrellas de antemano. Es la mejor manera de optimizar a la noche.
Como algunos objetos que me había propuesto observar eran bastante débiles y nuevos (nunca los había observado antes) preparé algunos mapas de localización en exclusiva para ellos, para el resto no hizo falta ya que o bien me conocía ya el camino o eran tan brillantes con este telescopio que “saltaban” a la vista enseguida sin esfuerzo.
Comenzamos la noche apuntando a M13. Cúmulo Globular de Hércules.
Este cúmulo nunca dejará de fascinarme, no sé si será su delicadeza, su aspecto algodonoso o la inmensidad se estrellas en su interior… pero es grandioso.
Con el Dobson esta descripción se queda muy corta ya que al asomarte al ocular parece como si entraras en otra dimensión, y a mayores aumentos te das cuenta que “viajas al interior de M13”. Con el ocular de 32 mm se resolvía entero como un puñado de diamantes, llenaba todo el campo y la sensación de puntillismo me fascinaba. Más aumentos pensé. Con el ocular de 15 mm comenzaban a apreciarse alineaciones de estrellas, como si éstas fueran canalizadas en curiosas bandas cuajadas de puntos. Jó, cuánta belleza… más aumentos, esta imagen pide más. Cuanto más te acercabas a su interior más deseos de seguir, las puertas de M13 están abiertas ¡pies, para qué os quiero!
Con 8 mm también se apreciaban bien las alineaciones de estrellas, de hecho nos llamó la atención en la zona central un par de alineamientos de estrellas paralelos, intensos, serían como el equivalente a las bandas ecuatoriales de Júpiter, pero en el centro del cúmulo. Había una tercera más abajo pero más difusa y se perdía entre las estrellas de fondo. De las dos más perceptibles una era más intensa y ancha y la otra más fina, o con menos densidad de estrellas. Curiosamente al final de esta última “banda” (hacia el lado izquierdo de la imagen según miraba) se apreciaba un grumo de estrellas, como si se hubiera roto o separado de la banda. Era fascinante la de detalles que podía ver. Mientras contemplaba el conjunto con esas bandas y alineaciones curiosas los bastones me avisaron de algo que destacaba en la periferia de la imagen, como a eso de las 11 del reloj. Una región vacía aparentemente de estrellas dejaba un hueco negro que se extendía hacia el exterior como un río de oscuridad. Toda la imagen estaba llena de estrellas y alineaciones excepto en esta zona, con visión indirecta destacaba una mancha alargada de oscuridad o vacío misterioso.
Paco ¿tienes más aumentos? Esto es increíble, ya que estamos vamos a darle “caña” a ver qué vemos. Cuanto más nos adentramos en el abismo de M13 más fascinante es. Con el ocular de 5 mm y 68º de campo aparente teníamos una imagen que aún se resolvía en estrellas nítidas, (el campo ya se oscurecía algo más pero aun era sorprendente) tenemos 366x, no se si poner más aumentos, total por probar…
Pasamos al ocular de 3,5 mm que nos daba 523x. Si, ya se que es una barbaridad y para este telescopio se pasa de la limitación recomendada en aumentos pero si os digo que aquella imagen seguía siendo espectacular quizá cueste creerlo, pero hay que verlo y experimentarlo para encontrar los límites que ofrece cada noche. Empezamos llamando a la puerta de M13, pasamos por el salón, la cocina y acabamos en el patio trasero. El cúmulo seguía resolviéndose, las alineaciones se mantenían bien marcadas y la región oscura quedaba casi fuera del campo. Desplazando un poco el telescopio ésta aparecía, algo más confusa contra la oscuridad del fondo pero perceptible (más aún con visión indirecta).
Por un momento paré para descansar con una sensación de no saber qué hacer, me había quedado sin palabras y casi bloqueada, las visiones me rondaban la cabeza y sentía que si en este momento tuviera que acabar la observación por cualquier motivo ya no me importaría… el cielo me había hecho un regalo que jamás olvidaré. Miraba hacia Hércules a simple vista… ¡menudo viaje me acabo de dar!
Reaccioné ante la estupefacción y me dije sonriente: “tengo toda una noche para maravillarme”, tras tantos meses sin poder salir a observar estoy sintiéndome feliz como una niña. Antes de darme cuenta ya estaba en marcha de nuevo.
M4. Cúmulo Globular de Escorpión.
Necesitaba ver otro cúmulo así que me fijé en Escorpión que aún estaba a buena altura y pensé: “el Muro Recto”… ¿cómo se verá? Tragué saliva y apunté hacia él.
Como es muy fácil de localizar directamente le busqué con el ocular de 8mm (230x) que me daba un campo real de 17,8 minutos de arco. Por el buscador ya destacaba como diciendo: “estoy aquí”.
La imagen se mostró cuajada de estrellas, el campo estaba plagado de finas estrellas de fondo y en el centro, destacando cual muro, una cadena de estrellas brillante que cruzaba el centro de la imagen. Se veía con tanta nitidez que me costaba creer lo que veía.
Ésta alineación perfecta recorría la imagen verticalmente, la parte inferior era más intensa y ancha comparada con la superior que además de estrecharse se curvaba hacia la izquierda. Un grumo de mayor densidad destacaba aislado a la derecha de la alineación y sobre ésta un par de estrellas solitarias destacaban con un color amarillento. Todo el conjunto como digo estaba envuelto en una especie de velo compuesto de finísimas estrellas de fondo, delicadas, y numerosas bandas o canales oscuros estaban separados por estrellas. Se apreciaban huecos por doquier y algunas estrellas individuales adornaban el conjunto. Qué puedo decir ante semejante hospitalidad… te asomas a un cúmulo y éstos te abren sus puertas… éste ha sido también un viaje al interior del cúmulo M4.
Aproveché para descansar un poco y me acerqué a los prismáticos Magoo (25x100) y le eché una ojeada al cúmulo. ¡Sensacional! La esfera de algodón gris plata del cúmulo brillaba intensamente contra el fondo de estrellas de la región de Antares. Describir el conjunto con tantas estrellas y grumos de diferente brillo es difícil pero te emociona sobremanera y la visión en estéreo te llena la retina profundamente.
Volví a Hércules para seguir con el planning de observación. Apunté de nuevo a M13 y busqué la galaxia cercana al cúmulo: NGC 6207.
Se apreciaba perfectamente y después de la experiencia con el cúmulo pensé en hacer lo mismo, experimentar con los aumentos.
Con 8mm (230x y 17.8’ de arco de campo real) se mostraba su forma perfectamente alargada, en su interior se apreciaban grumos en su estructura, como diferentes densidades en su cuerpo (¿regiones HII?), sobre todo en ambos laterales. Quizá cada uno de ellos formara parte del brazo espiral correspondiente pero era difícil saberlo porque ambos cerraban el cuerpo de la galaxia en un óvalo completo. Cerca del centro se apreciaban dos zonas casi puntuales que destacaban aunque si era el núcleo éste no era demasiado brillante ni de aspecto estelar. Pero lo interesante es que lo veía y con estos aumentos parecía un núcleo pálido junto a otro amorfo, también se veían estrellas en el campo. Es una visión que hasta ahora nunca había tenido de esta galaxia.
Puse el ocular de 5mm (366x y 11.2’ de arco de campo real) y me fijé en el centro de la galaxia, se apreciaba el núcleo aunque éste parecía ¿doble? No se, era como si junto al núcleo hubiera algo más, quizá podría ser alguna región HII destacando en la zona central de la galaxia, tan cercana al núcleo que se confunden. Ahora dejé de fijarme en el núcleo y contemplé el conjunto, la verdad es que ya se han perdido los detalles del cuerpo con respecto al ocular de 8mm.
El siguiente intento fueAbell 39
Esta nebulosa planetaria es todo un desafío y desgraciadamente Hércules estaba ya en una posición muy incómoda para observar con un Dobson: el cenit.
Como el LB16” es todo un grandullón en las observaciones muy cenitales yo necesito hacer uso de un pequeño taburete así que la búsqueda de un objeto difícil en esas circunstancias me resultó incómoda. Con ayuda de mapas fui reconociendo la zona hasta estar segura de estar en el lugar indicado, estuve un rato buscando con el 40mm pero no la encontré. Entonces miré al cielo y me di cuenta de que éste no estaba lo suficiente oscuro en esa zona así que pensé que para este objeto tan delicado y con tan bajo contraste mejor esperaría a mejores condiciones. Curiosamente mientras hacía la búsqueda de la nebulosa encontré por el camino un asterismo curioso de estrellas con la forma del número “2” con una estrella muy brillante en el extremo superior de la curva del mismo (HIP81312) y otra en el otro extremo pero menos brillante (TYC2581-1822-1), muy cerca de Zeta Herculis. Una gozada para la vista.
Abell 2151: Gran Cúmulo de Galaxias de Hércules
Tenía ganas de intentar encontrar este grandioso espectáculo del cielo, forma parte del Supercúmulo de Hércules el cual es parte a su vez de la superestructura del Gran Muro. Se encuentra a 570 millones de años luz y destacan algunos de sus miembros alcanzando magnitudes visuales accesibles.
Algunos miembros forman parte del catálogo visual de galaxias de Arp: concretamente son Arp71, 122, 172 y 272.
Como el cielo había empeorado en la zona no pude contemplar todas las galaxias que sabía que podría ver, pero aun así fue magnífico cuando centré el campo y descubrí algunas de aquellas difusas manchas de formas alocadas que se agrupaban entre dos estrellas brillantes de mag. 6,7 y 7,5. El ocular de 8mm me está dando mucho juego para estos objetos tan pequeños. Durante un buen rato me mantuve escudriñando la zona, dando rodeos por algunas estrellas del campo y dejando que los bastones hicieran su trabajo. Es increíble la de manchas sutiles se podía apreciar, llegué a ver perfectamente tres de sus componentes sin ninguna dificultad, se mostraban distorsionadas (seguramente están interactuando entre ellas porque parecen desgarradas) con núcleos realmente brillantes y de aspecto muy estelar (de hecho mirabas algunas estrellas del campo e indirectamente descubrías que tenía una buena mancha nebulosa a su alrededor, pero si la mirabas directamente no se apreciaba). No tenían la delicadeza de las galaxias espirales, más bien sus núcleos tan brillantes en comparación con sus pequeños cuerpos rotos parecían darle un aspecto deforme, como si hubieran perdido ya su esplendor y belleza. Algunas parecían dos en una, se intuían dos estructuras superpuestas en diferentes ejes. Las demás jugaban con formas caprichosas en el límite de la visión. Tengo que volver a disfrutar de este espectáculo pero en mejores condiciones del cielo, ahora ya Hércules está casi inmerso en la bruma del oeste que había subido bastante.
M57: Nebulosa de la Lira
Si, ciertamente es un objeto harto observado pero cuando dispones de un equipo nuevo siempre tienes curiosidad por saber si verás cosas nuevas.
Empecé con el ocular de 40mm, el campo era grandioso, y ahí estaba el difuso aro de humo, pequeñito y redondo como un planeta. Lo centré y pasé directamente al ocular de 8mm. El anillo se mostró ahora enorme. Era todo un aro de humo intenso, aunque parecía que éste estuviera compuesto por anillos concéntricos en si, con un degradado hacia el interior. Su forma era oval, con los extremos algo más débiles o transparentes. Junto al anillo la estrella brillante que la acompaña en todas las fotos conocidas adornaba el conjunto, es curioso lo brillante que era con su magnitud 11.9. Lo que más me impactó de todo lo que veía no fue el anillo en sí, sino lo que tenía dentro: estaba “relleno” de materia luminosa. No tenía la oscuridad del cielo sino que estaba como traslúcido, lleno de humo luminoso, y esto junto con el degradado del anillo que lo envolvía le daba al conjunto una sensación tridimensional que nunca había experimentado. Se me escaparon algunos adjetivos en voz alta, pero… ¿quién puede contenerse?
Barnard 142 y 143. (Nebulosa “E” en Águila)
Tras contemplar M57 con el ocular Paco se acercó a Magoo para buscarla. La tenía centrada, entre las dos estrellas de Lyra. Se apreciaba como un delicado redondel grisáceo, pequeño, pero detectable con los prismáticos 25x100.
Me quedé un rato disfrutando de los grandiosos campos estelares que ofrecía y pensé en las enormes regiones Barnard de la galaxia. Solté los frenos y me dirigí inmediatamente a la constelación del Águila. Apunté a Altair y de ahí a Tarazed (gamma) a unos 2 grados al oeste y que según la vemos está casi por encima de ésta. Con los prismáticos enseguida aparece la región oscura en el campo de visión cerca de gamma.
A primer golpe de vista la curiosa forma en “E” se aprecia sin dificultad. Mirando detenidamente vemos que la mitad norte es más intensa y que la mitad sur está separada por una región algo más vacía de “negro”. En realidad se ve que la línea vertical de la E no es continua, sino que está cortada y deja aislada la franja vertical inferior. La nube negra es evidente sin esfuerzo pero no es opaca sino que se ven algunas estrellas en su interior. Hay algunas alineaciones curiosas y cuanto más acostumbras la vista-cerebro a la imagen más filamentos oscuros aparecen en escena. El conjunto es impresionante.
M27. Conocida como “Dumbbell” o Nebulosa del Halterio.
Ya que estamos en la zona aprovecho para apuntar a M27, tiene que ser un espectáculo adentrarse en sus profundidades.
Localizarla es muy sencillo partiendo de la Flecha, brilla tanto al buscador que centrarla no tiene dificultad. Con el de 35mm es tan densa y luminosa que casi se pierde su estructura y figura, realmente brilla muchísimo. ¡Nunca la había contemplado derrochando tanta luz! Creo que voy a pasar a los 8mm directamente. ¡Qué acierto!
Lo primero que salta a la vista es la forma de halterio, con el lóbulo derecho más intenso y denso. Se aprecian múltiples estrellas brillantes en su interior, una en concreto marcha el centro perfectamente. Mientras la miro voy dejando que los bastones me sorprendan. Comienza a aparecer más información: el halterio en realidad está rodeado de un enorme halo ovalado que se extiende en un eje perpendicular al halterio. Semejantes a los arcos ojivales éstos se extienden más allá de lo imaginable, cerrando el conjunto. El lóbulo derecho del halterio, además de mostrarse más intenso acaba en una forma curva, como con forma de paréntesis cuyos extremos se extienden casi hasta alcanzar los arcos ojivales por la parte derecha. Con el tiempo me doy cuenta que ocurre lo mismo en ambos laterales solo que el derecho al ser más intenso es el que más destaca. Sensacional, no tengo palabras. Quito el ojo del ocular y voy a por más aumentos. ¿5mm? Porqué no, probemos.
Nuevas sorpresas: el lóbulo derecho que se apreciaba en conjunto más brillante ahora muestra “sólo” una región de mayor intensidad, la parte superior, la zona inferior de éste se ha vuelto más débil. El otro lóbulo que antes se veía más débil resulta ser más grande y extenso. El arco exterior (hacia su izquierda) es como un gran paréntesis que se alarga hasta prolongarse con la línea de los arcos ojivales. Es sensacional la de detalles que muestra. Si antes había que fijarse para ver estos arcos cerrándose ahora no hace falta forzar la vista, se aprecian con facilidad, algo más oscuros pero evidentes. Antes quedaban más “discretos” ya que el brillo de la nebulosa protagonizaba la escena a primera vista.
Como ya ocurrió con M13 ahora quiero probar con otra planetaria interesante. Me marcho del cenit y bajo al sur, hacia Acuario.
NGC7293, Nebulosa Helix
Esta nebulosa siempre se ha mostrado tan extensa y esquiva por su bajo brillo que hoy espero me sorprenda, la luminosidad del telescopio se tiene que notar.
Y tanto. Nada más apuntar a la zona con el buscador centré las estrellas de referencia, coloqué el ocular de 40mm y asomé el ojo. Lo primero que me llamó la atención fue una enorme esfera en el campo. ¡Se veía sin ninguna complicación ni esfuerzo! Tan extensa y grande. Unos segundos después los bastones comienzan a estudiar el campo y me indican una estructura interesante: no es una esfera sin más sino una estructura de doble círculo, no concéntrico sino descentrado. EL brillo era difuso y continuo, no se apreciaban a primer golpe de vista condensaciones ni grumos sino tan solo dos aros de humo superpuestos uno al lado del otro. Colocamos el ocular de 32mm más un filtro UHC y apareció nueva información. Los dos aros superpuestos y descentrados se seguían viendo pero en este caso había algo más: un lateral de la nebulosa destacaba mucho más brillante que el otro. Realmente uno de los arcos brillaba mucho más, como si dos regiones se sumaran en brillo y dieran más peso al conjunto. Nunca había visto la Helix de esta manera.
Pasé bastante tiempo disfrutando del espectáculo y me puse a descansar la vista reconociendo constelaciones. Me
di cuenta de lo alto que estaba ya Pegaso y Andrómeda. Así que cambié de nuevo el ocular por el de 40mm y decidí apuntar a la archivisitada M31,
Gran galaxia de Andrómeda.
No me cabía duda que también sería algo fascinante, así que apunté a la zona y cuando apareció la enorme galaxia en el buscador pasé a asomarme al ocular. Era todo galaxia. Era todo luz. El núcleo me daba la pista de por dónde andaba en la galaxia, comencé a recorrer todo el cuerpo desplazándome por toda su longitud y tanteando sus límites. Se veían perfectamente ambas galaxias satélites y diferentes zonas de densidad de luz. Pero no solo la luz era lo que destacaba sino la oscuridad. Se veían claramente dos franjas paralelas cercanas al ecuador galáctico. Franjas negras como dos surcos de oscuridad pero que no recorrían todo el cuerpo de la galaxia sino que se apreciaban más hacia un lateral. Se hacían bien notables desde la zona central bajo el núcleo hasta la parte izquierda de la imagen, justo donde la galaxia comienza a curvarse hacia arriba (perspectiva). Ambas líneas oscuras también se curvaban hasta hacerse tan delicadas que llevaban a desaparecer. Aun así en este punto era donde más intensas y oscuras se hacían. Si continuabas mirando hacia la izquierda, un poco más allá de las bandas y siguiendo el ecuador, llegabas a una región luminosa intensa. Una condensación de luz que realmente destacaba sobre el entorno. Redondeada, algo ovalada, marcaba la región límite de la galaxia. Un poco más lejos ya desaparecía la luz de la galaxia y quedaba el oscuro fondo de cielo. Esta condensación tan llamativa no es otra cosa que NGC206, una enorme nube estelar perteneciente a la propia galaxia M31. Estas regiones de formación estelar son magníficas, al igual que las que vemos surcando la inmensa la Vía Láctea éstas también son guarderías estelares pero con el aliciente de pertenecer a otra galaxia. Estuve bastante tiempo recreándome con esta visión y el ocular de 40mm. El conjunto de esas dos bandas oscuras y la nube estelar se han quedado en mi retina de un modo muy especial, hacía muchos años que no las veía así, la primera vez fue con otro 40cm y ahora esta… siempre que Andrómeda asome por el horizonte volveré a buscar esas maravillas.
No sé cuanto tiempo pasé embelesada con M31 pero cuando quise darme cuenta comenzaba a notarse claridad por el horizonte este. ¡Se me ha pasado la noche muy rápido! Pensé buscar M33 y cuando la encontré ya no se contrastaba bien por lo baja que estaba y volví al cenit. Apunté a los Velos, concretamente a NGC 6960 y ahí estaba el bellísimo filamento con forma de escoba de bruja. Pero el fondo de cielo ya estaba aclarando y me di cuenta que el cansancio se iba apoderando de mi. Así que me bajé del taburete y aproveché que Júpiter estaba bien posicionado y no requería condiciones de oscuridad para despedir la noche. Con el ocular de 8mm y el de 5mm el disco del planeta se mostraba espléndido aunque bastante extraño sin una de las bandas ecuatoriales… estamos tan acostumbrados a ver las dos paralelas al ecuador que al faltar una le da una sensación de desnudez… Tenía visibles los cuatro satélites galileanos, dos a cada lado, y la única banda ecuatorial visible mostraba un intenso color así como un (quizá) grosor mayor a lo que estamos acostumbrados. Pero quizá sea un efecto visual por la falta de la otra.
Ni qué decir tiene que durante la noche nos visitaron multitud de estrellas fugaces, probablemente se encontraban activas varias lluvias de estrellas, y la Vía Láctea, que había pasado casi toda la noche exposición vertical, se despidió de nosotros inclinándose hacia el oeste como para acostarse.
Comenzamos a guardar el equipo y entonces me di cuenta del dolor de músculos que tenía, descansé un poco contemplando el amanecer, el espectáculo era bellísimo. Poco después estábamos camino de la casa agotados y pensando en dormir como lirones.
Aun con el cansancio de la noche anterior en el cuerpo no puedo dejar de pensar en todo lo que pude observar con el telescopio, y eso que la noche aun no sería la buena. Hoy daban cielos completamente despejados y limpios de polvo.
Repasé los objetos que apunté y pensé en nuevos candidatos.
La noche llegó tan espléndida que pasé algún tiempo haciendo fotos de gran campo con el Samyang mientras Fernando ponía a punto el equipo de fotografía y Paco alineaba la montura, que aunque le dio algo de guerra finalmente consiguió controlarla.
A las 23h Escorpio estaba bien erguido listo para cruzar el meridiano y dejar paso a las constelaciones otoñales. El cielo era increíble. La Vía Láctea se pudo ver durante el crepúsculo con mucha facilidad. Venus, Marte y Saturno se encontraban en el oeste alineados, el más cercano al horizonte era Venus que se encontraba justamente sobre Régulo, después Marte con su coloración anaranjada y el más separado Saturno, al que no pude evitar echar una ojeada antes de que bajara más. A la derecha del conjunto estaba la Osa Mayor, totalmente vertical, con Alkaid en todo lo alto. Dirigí el telescopio hacia M51. ¡Qué espléndida es siempre esta galaxia! Con poco s aumentos es muy luminosa y se aprecian ambas galaxias sin problema. Con más aumentos llega a llenar el campo del ocular (8mm) y se ven ambas galaxias así como el puente que las une. Como la zona de Hércules quedaba demasiado cerca del cenit opté por disfrutar con las regiones más cómodas del centro galáctico. Me dirigí a M4 de nuevo ahora que aún estaba alto para disfrutar con el “Muro” de nuevo. Tan magnífico como lo recordaba. Contemplar los cúmulos globulares con este telescopio es algo indescriptible.
Me paré a contemplar de nuevo toda a la bóveda celeste, estaba rabiosamente cuajada de estrellas y la Vía Láctea brillaba tanto que los callejones oscuros dibujaban y perfilaban todos sus rincones con detalle. ¡Qué espectáculo! Me quedaba prendada mirando con el cuello doblado. Al este asomaba ya parte de Pegaso: el triángulo de estrellas formado por Matar, Scheat y Sadal Bari. Estaba tan oscura esa zona del cielo que no me lo pensé, apunté hacia Matar.
NGC7331 Gran Galaxia de Pegaso y NGC7335, NGC7337 y NGC7340
Esta estrella es magnífica como indicadora para localizar la galaxia NGC 7331 y el Quinteto de Stephane. A través del buscador esta estrella, junto con otras tres más, forma un curioso asterismo con forma de “Y” que sirve de guía para encontrar el camino hacia NGC 7331. Una de las dos ramas cortas de la “Y” es más larga que la otra, hay que seguir el camino partiendo de esa pata y prolongar una línea algo más de unos 4º desde Matar (pasando por la estrella antes indicada: HIP112032).
Esta es una de las galaxias descubierta por William Herschel, es curioso que Messier no la incluyera en su catálogo a pesar de ser muy brillante. Una vez localizada y centrada coloqué el ocular de 8mm. Allí estaba destacando con su brillante núcleo y su enorme cuerpo en forma de gran huso alargado. Al estar centrada en su cuerpo me di cuenta de que el botón de aviso de “bastones trabajando y enviado información” se había encendido. En un lateral de la galaxia había algunas manchas redondeadas repartidas entre algunas estrellas de campo. Esas “manchas” eran bien visibles, al menos dos de ellas sin esfuerzo, una tercera se hacía evidente con visión indirecta y resultaba tan extensa como las demás. Es curioso que el impacto visual de NGC7331 al principio comía todo el protagonismo pero precisamente gracias a su enorme estructura y su brillo te capta la atención de tal manera que te permite hacer trabajar a los bastones sin querer: entonces es cuando estas diminutas galaxias saltan a la vista. Quizá si estuvieran en una región más pobre y solitarias sería más difícil localizarlas y que destaquen.
Según el catálogo, son NGC 7335 (magnitud visual 13’6), NGC 7337 (magnitud visual 14’6) y NGC 7340 (magnitud visual 13’9). En el campo también se encontraba NGC 7336 pero ésta tenía aspecto casi estelar (era muy pequeña) probablemente fue una de las estrellas que interpreté como tal. Nunca antes las había podido ver, fue una de las sorpresas de la noche.
Quinteto de Stephane.
Buscar este famoso grupo de galaxias es muy fácil partiendo de NGC 7331.
Si tenemos la gran galaxia en el centro del campo y sus pequeñas satélites antes mencionadas a su derecha (tal cual se muestran en el ocular) veremos que el cuerpo de NGC 7331 está prácticamente en posición vertical. Partimos de la galaxia siguiendo su eje vertical hacia arriba unos 30’ hasta encontrar un triángulo isósceles de estrellas con mag 10 y 11. A la izquierda de este triángulo (nos desplazamos unos 20’ de arco) aparece un cuadrilátero abierto de estrellas (parecido a la constelación de Hércules) y en su interior encontraremos unas nebulosidades ovaladas apiñadas. El Quinteto de Stephane.
Al no haber una gran galaxia que capte nuestra atención para que nuestros bastones las detecten rápidamente éstas al principio quedan muy apagadas y discretas contra el fondo y cuesta contrastarlas pero una vez las detectamos se ven perfectamente. Las estuve contemplando con el ocular de 8mm. Es la primera vez que las veo con facilidad, al menos la nebulosidad de cuatro de ellas, NGC 7319, NGC 7320 y NGC 7318 A y B (estas dos en realidad parecían una sola de lo juntas que están). En NGC 7317 no aprecié nebulosidad, con magnitud 14 era casi puntual como una estrella. NGC 7320C queda mucho más separada del conjunto y no aprecié rastro de ella, si se considerara del conjunto sería el sexto componente y ya no sería el “Quinteto”. Estoy realmente emocionada con esta observación ¡Cuántas emociones en tan poco tiempo!
Júpiter
El majestuoso planeta ya asomaba sobre el horizonte a las 2 de la mañana. Un rápido vistazo a su disco con el ocular de 15mm mostraba la única banda ecuatorial visible y sus cuatro satélites dispuestos de forma curiosa: todos estaban en un lateral y en lugar de alineados dos de ellos presentaban una disposición vertical, uno sobre el otro. Estaba muy bajo para poder apreciar detalles así que continué con el cielo profundo.
Barnard 72. Snake Nebula
Siempre he tenido ganas de ver esta nebulosa tan esquiva en la constelación del Ofiuco.
Es una región muy densa de polvo oscuro con una clara forma en “S” que se recorta contra un fondo cuajado de estrellas.
Requiere unas buenas condiciones de cielo y cuanta más abertura mejor ya que es relativamente fina y con tantas estrellas de campo cuesta diferenciarla. Forma parte del complejo de nubes oscuras que forman la “Nebulosa del Caballo Oscuro” (muy extensa y visible a simple vista), concretamente está en la parte llamada también “Nebulosa de La Pipa”. La zona de localización estaba algo baja y un poco afectada de contaminación lumínica (poca pero localizada en esa zona). Apunté con el ocular de 40mm y tras estar recorriendo el campo y hacer varias pasadas de reloj en círculo al campo conseguí detectar la sutil silueta en forma de “S”, era débil y poco contrastada, pero ahí estaba. Me encantó saber que se puede ver y me gustaría volver a intentarlo de nuevo; aunque se que está baja desde la península en esta ocasión la única zona de CL estaba precisamente ahí así que espero poder contrastarla más.
Barnard 86. Ink Spot (Mancha de tinta)
Contemplarlas regiones oscuras de Ofiuco y Sagitario es todo un espectáculo para la vista. Sobre todo con el ocular de bajos aumentos es con el que aparecen multitud de manchas oscuras que, junto con las estrellas de fondo, te atrapan y embelesan.
Apunté a gamma de Sagitario (Alnasl), el pico de la tetera por donde sale el “humo” que forma el centro galáctico. Hacia el norte encontramos la estrella W Sagittarii (como a 1º aprox. de Alnasl), damos otro salto idéntico hacia el norte (partiendo de W) y encontramos otra estrella brillante de referencia. Ya llevamos dos saltos de 1º cada uno aproximadamente hacia el norte. Queda uno más para alcanzar la estrella amarilla que está junto a B86. En cuanto alcanzamos esta estrella la reconocemos fácilmente porque está junto al cúmulo de estrellas NGC 6520 que destaca precioso con sus componentes muy apelotonadas. La mancha está justamente entre ambos objetos, es pequeñita pero de color negro muy intenso, de ahí su nombre.
Pongo más aumentos (8mm) y me centro en la estrella principal que tiene un tono amarillo increíblemente bello, intenso como el cuarzo citrino, el cúmulo que la acompaña es de un tono blanco azulado y es muy rico en componentes. La mancha es de un negro profundo y parece flotar delante de un fondo de estrellas finas como el polvo. Tiene una forma triangular con el vértice hacia abajo (según lo veo con el ocular). El conjunto es espectacular, imposible no parar a verlo.
Barnard 289, NGC 6528, NGC 6522 y región de Alnasl (gamma)
Decido retroceder hacia Alnasl para estudiar una zona que me había llamado la atención al tratar de buscar B86. Con el ocular de gran campo y centrada de nuevo en gamma sagittarii localizo los dos cúmulos globulares que se encuentran junto a ella, y que los había dejado a un lado al pasar hacia el norte. Alcanzo de nuevo W sagittarii, en el ocular tenía ahora a Alnasl arriba en la imagen, los dos cúmulos globulares hacia la parte izquierda y W sagittarii en la parte inferior de la imagen.
Algo me había llamado la atención de la zona, unas regiones oscuras paralelas que rasgaban el cielo como heridas negras y quería verlas bien. Ahí estaban de nuevo, eran tan reales como intensas. Eran muchas y parecían salir de la estrella “W”. Es fácil encontrar numerosas Barnard en la zona (B289) pero de todas las identificadas en mi atlas (usé el Millenium para campos reducidos donde aparecen las más brillantes y contrastadas) ésta en concreto no aparecía. Según anoté los trazos “negros” eran muy marcados y visibles y partían de la estrella “W” en dirección a Escorpio como líneas independientes. Las partes más intensas llenaban el campo del ocular (un grado aproximadamente) y se extendían más allá. En el Atlas Fotográfico de Barnard no aparece indicada, quizá por lo finas que son comparadas con las grandes regiones conocidas, pero ahí estaban las estrías, como las varillas de un abanico entreabierto. Me dejó fascinada esta región y la facilidad con la que podía ver estos detalles.
Descanso un poco la vista contemplando el cielo en todo su esplendor. Las regiones Barnard siempre me han atraído mucho y hay tantas repartidas por la galaxia…
Se me va la vista a la nube estelar M24, a simple vista era un enorme grumo de luz inmerso en la zona brillante de nuestra galaxia. Recordé que dentro de la nube se encuentran algunas Barnard interesantes y como es un objeto muy extenso decido acercarme a los prismáticos para echarle un vistazo.
Barnard 93, 92 y 304 en la nube estelar M24.
Es muy fácil llegar a ella. Nada más apuntar a la nube salta a la vista B92, la zona más oscura de todas. Es muy intensa y redondeada, se la conoce con el nombre de “Black Hole” y está cerca del centro de la nube. Junto a ella (a la izquierda) está también B93, algo más pequeña y alargada verticalmente pero también reconocible por su “negrura”.
Desde B92 se aprecia una zona oscura que se extiende hacia abajo y acaba dividiendo la nube en dos caminos diferenciados pero menos intensos: es B304. Volví a dejar centradas las dos nubes más negras (92 y 93) para que Paco las contemplara sin dificultad. Ambas regiones compartían protagonismo en el campo de los prismáticos, enseguida se dio cuenta de que B92 se extendía y siguió el camino de oscuridad que descendía y lo centró algo más abajo dejando B93 cerca del borde superior: apareció B304 con sus dos ramas. Me llamó para confirmarme que veía ambos caminos y que le parecía la forma de un hombre con B92 como la cabeza y B304 como las piernas. Le dije: “ya lo creo, a mi me recuerda a Tony Manero bailando”… con la famosa pose levantando un brazo… ¿no lo ves? Nos reímos mucho, la verdad. Reconozco que la visita a M24 ha sido muy gratificante, estas Barnard se aprecian muy bien a bajos aumentos y con estos prismáticos hemos alucinado.
M20, Nebulosa Trífida (NGC 6514)
Volví al telescopio y apunté hacia la nebulosa antes de que comenzara a bajar demasiado. La centré bien en el ocular y apunté directamente con el ocular de 8mm para ver qué sorpresas me daba y ya lo creo que me sorprendió. Llenaba todo el campo con su presencia y tenía que desplazarme para ver la parte de la nube que la acompaña y que no entraba en el campo (la parte que sale azulada en las fotos). Ésta aparecía después de cruzar una bahía oscura, como un río ancho. Los canales negros que dan nombre a la nube redondeada y que la rompen en tres lóbulos se veían con tanto detalle que me parecía imposible. Esta es la Trífida y en fotos sale de un tono rosáceo muy intenso, la otra parte de la nube (la azulada) queda separada por una “bahía” de oscuridad más sutil pero bien visible y contiene una estrella muy luminosa en su interior. Esta bahía es ligeramente curva, convexa según la perspectiva con la que aparecía al ocular, quedando sobre ella la estructura Trífida antes mencionada. Realicé un boceto a pie de telescopio mostrando las ondulaciones de las dos nubes separadas por la bahía así como las canalizaciones de un negro más intenso del interior de la Trífida que estaba inmediatamente más arriba.
Pero lo más espectacular eran las estructuras negras del interior de la principal. Comenzaba un surco vertical, corto y ancho, que enseguida se bifurcaba en dos nuevos canales a ambos lados que descendían. A la derecha se doblaba fuertemente, y según bajaba se ensanchaba y aparecía acompañado de multitud de estrellas para acabar elevándose de nuevo, aunque aquí ya se perdía y difuminaba. En el mismo lugar donde doblaba localicé la mayoría de las estrellas más brillantes, concretamente dos de ellas que dominaban el lóbulo derecho que quedaba inmediatamente encima. El canal que se desviaba a la izquierda bajaba también inclinado, éste es el que muestra la mayor intensidad de negro de todos los surcos de la imagen. Curiosamente éste tenía dos estructuras abultadas que destacaban y se adentraban en el lóbulo izquierdo, como dos montículos. Inmediatamente después de estos el canal se bifurcaba de nuevo en dos ramas también negras, una se desviaba casi horizontalmente a la izquierda y el otro bajaba verticalmente pero desaparecía enseguida como un callejón sin salida, quedando así delimitado el lóbulo inferior con algunas estrellas en su interior. Este lóbulo era el más grande. Seguí contemplando M20 pero veía más detalles de los que podía anotar y registrar, y pensé que para ciertas descripciones sería mejor llevar una grabadora. Dejé descansar la vista mirando de nuevo al infinito. ¡Cuántas sensaciones! Después de un rato volví a la carga.
Vi que Sagitario estaba ya muy bajo y miré hacia el Este para cambiar a otro objeto. La Galaxia de Andrómeda destacaba intensamente en el cielo a simple vista. Recordé que hay por la zona una galaxia fascinante y que podría ser interesante echarle un vistazo, quizá una de las mejores galaxias espirales vistas de canto: NGC 891.
NGC 891 (Caldwell 23)
Me dirijo hacia Almach (gamma de Andrómeda) la estrella que está en el extremo izquierdo de la constelación, cerca de Perseo. Partiendo de ella voy en dirección a M34 (llamado Spiral Cluster) y calculo aproximadamente la distancia entre la estrella y el cúmulo en el buscador. A mitad de camino exactamente está la galaxia (unos 3º 30 minutos de arco).
Con el ocular de 40mm ya se aprecia alargada y débil, pero no hay duda en absoluto de su situación. La centro bien y paso directamente al ocular de 8mm. ¡Impresionante! Ocupa todo el campo del ocular. No tengo palabras para describir las emociones contemplando esta galaxia. Había detalles que me dejaron boquiabierta, como la enorme banda oscura que la partía por el ecuador, podía verla sin casi sin necesidad de intuirla indirectamente, aunque con esta técnica mejoraba sobremanera y ayudaba a ver grumos dentro de la región oscuro. Su forma de huso era perfecta, estilizada, con el núcleo algo más ancho mientras que según te acercabas a los extremos éstos se volvían gradualmente más finos y estrechos hasta desaparecer. La banda de polvo oscura prácticamente la cruzaba de lado a lado. Había dos estrellas en el campo que me llamaban la atención: una en un lateral destacaba por debajo de la línea de polvo y la otra estaba en el extremo opuesto y parecía marcar el final de la banda oscura, como inmersa en ella. ¡Qué sensacional! Se me escaparon varias exclamaciones que no podía contener dentro, aún recordándolo se me pone la piel de gallina. Y es que me resulta tan difícil no emocionarme ante semejante belleza… es tan intenso que a veces sientes casi ganas de llorar, quizá parezca exagerado al tratar de describirlo pero es una sensación parecida solo que de una felicidad intensa. Entonces sonríes, respiras hondo y miras al infinito… tratando de ver con claridad las estrellas a través de la avalancha de agua que llega a los ojos… Me gusta tanto la Astronomía…
Paco me llama para que mire una estrella doble que le gusta mucho y que está a punto de ocultarse tras el horizonte Oeste: 95 Herculis.
Es un sistema binario cuyas componentes orbitan entre sí con un periodo de más de 11.000 años y visualmente están separadas 6.3 segundos de arco (wikipedia). Con el ocular de 8mm en el telescopio de Paco (Magda) se separaban perfectamente con un intenso color azul y oro claro.
Después llegó el turno de NGC6765, una nebulosa planetaria en la Lyra que propuso Paco para observar. Yo la busqué con los mapas, el campo era fácil de localizar: a medio camino entre Albireo y Sulafat (gamma de Lyra). Pero no llegamos a detectar rastro de nebulosidad evidente, tan solo muchas estrellas de campo. Con visión indirecta me pareció detectar una pequeña mancha sin forma pero muy débil entre un campo rico en estrellas. Me resulta difícil describir lo que vi ya que era demasiado pequeño y amorfo.
Observamos el planeta Urano, que ya estaba bien alto y muy cerca de Júpiter: ambos estaban separados dos grados y medio aproximadamente. Con Magda se veía un precioso disco de color azul aguamarina. Fui al Dobson con idea de apuntarle con él y vi a Júpiter que estaba a la misma altura que el Triángulo… me quedé mirándolo y me disparó rápidamente un pensamiento: M33. No pude resistirme, las galaxias son una debilidad.
M33. Galaxia del Triángulo
Deslicé el telescopio hasta que vi la mancha borrosa y extensa aparecer en el buscador. Se veía con una claridad asombrosa para lo extensa y débil que es, vamos que no tuve ninguna duda y apunté directamente. Con el ocular de 40mm destacaba en primer lugar el núcleo, brillaba bastante y tenía un aspecto algo alargado. Lo siguiente que destacaban eran los dos brazos, salían del núcleo como dos arcos curvados en direcciones opuestas. La imagen era espectacular, nunca la había visto tan bien. Dentro de uno de los arcos y hacia su extremo destacaba como un grumo luminoso NGC604.
Es la región de formación estelar (región HII) más famosa de la galaxia y se apreciaba sin dificultad como una condensación en la nube, bastante intensa. Pasé al ocular de 8mm y no cabía entera. El núcleo destacaba mucho en el campo así como los dos brazos principales. Cerca del núcleo y hacia un lateral había una estrella muy brillante, algunas más la acompañaban a ésta pero menos intensas. Hacia el otro lateral del núcleo había una tríada de estrellas alineadas de la misma manera que el Cinturón de Orión, todas tenían un brillo semejante. Siguiendo la línea de éstas se encontraban otras tres estrellas pero en formación de triángulo, no alineadas. Cuanto más me fijaba en la imagen más estrellas de campo aparecían en el cuerpo de la galaxia, tantas que era difícil contarlas, no solo cerca del núcleo sino dispersas por los brazos y entre éstos.
Siguiendo la línea del brazo desde donde se encuentra ubicada la región HII antes mencionada (NGC 604) y recorriéndolo desde ésta hacia el interior de la galaxia destaca otra región de nacimiento de estrellas bien visible aunque más pequeña: NGC 595. Es menos llamativa que NGC 604 pero se aprecia bien con visión indirecta. Si en este brazo destacan estas dos regiones HII en el otro brazo me encuentro con algo sorprendente. Aunque el brazo es muy extenso, la parte de éste donde hace la curva tiene una mayor concentración de nube, es como si aquí fuera más densa y luminosa la galaxia, no brilla como NGC604 pero sí es más grande y extensa la zona. Esta región está catalogada con varios números IC, concretamente la zona que vi corresponde con las regiones del brazo IC 137, 139 y 140. A estas horas de la noche ya estaba bastante cansada pero seguía tan entusiasmada que no quería dejar de mirar, el conjunto mostraba tanto detalle que hubiera estado horas mirándola, pero dejé descansar la vista y disfruté con lo que me llevaba en la mente y en los apuntes.
La noche avanzaba muy deprisa y el crepúsculo astronómico comenzaba a despuntar en el horizonte. Estaba disfrutando muchísimo de la noche pero lo cierto es que el cansancio ya pasaba factura. Le di un vistazo al Fantasma de Mirach (NGC 404) con el ocular de 8mm. Esta tenue y escurridiza galaxia lenticular está tan cerca de la estrella del mismo nombre (aparentemente) que queda oculta por su brillo. Mirach es la segunda estrella en brillo de la constelación de Andrómeda y para ver la galaxia hay que desplazar la estrella de la imagen sacándola del campo de visión solo lo justo para verla aparecer. Se apreciaba perfectamente su forma ovalada y difusa, aunque presentaba un aumento de brillo hacia su interior (degradado) hasta alcanzar casi un aspecto estelar.
También apunté a la Galaxia de Cetus NGC 253. Con el ocular de 40mm se veía perfectamente su forma de huso aunque pequeña y con el de 8mm se apreciaba mejor su hermosa estructura así como numerosas estrellas de campo.
El cielo ya clareaba y no queríamos dejar de ver objetos. El Cisne había cruzado ya el meridiano hacía rato y no quisimos despedir el cielo profundo sin asomarnos a Los Velos. Apunté al Velo Oeste, la Escoba de Bruja, como siempre muy hermosa y especial. Una parte muestra dos líneas muy finas paralelas e intensas que acaban cruzándose sobre sí misma. Después apuntamos al Velo Este para ver la zona llena de barras pero ya costaba verlas con ese detalle, se veía un continuo. Paramos en este punto. El cielo estaba tomando ese color azul profundo del amanecer que tanto me gusta, Capella destacaba sobre el horizonte junto a Las Pléyades. Júpiter estaba tan alto y brillaba tanto que pensamos echarle un último vistazo con ambos equipos antes de comenzar a recoger. Nos acercábamos a las 6 de la mañana.
De Júpiter lo primero que destaca es “la Banda Ecuatorial”, comienzo a recorrer el disco disfrutando de sus tonalidades y buscando estructuras internas. La única banda ecuatorial que se ve es muy intensa, curiosamente no se ve lineal sino que es “ondulante” como si el borde no fuera uniforme y lo hubiera dibujado una mano con poco pulso. Este primer detalle no está nada mal. Seguí disfrutando con la vista. Dentro de la banda ecuatorial aparecían dos óvalos blancos, bien definidos y destacados en el límite inferior de ésta (colindando con las regiones tropicales). Más abajo de estos óvalos el planeta mostraba múltiples bandas paralelas muy finas de un tono marrón neutro hasta la región polar. Volviendo a la banda ecuatorial, como comentaba ésta se muestra algo irregular, sobre todo por la parte superior que está cercana al ecuador. Es como si por algunas partes de ella se quisiera desgarrar desprendiendo jirones, por usar un símil diría que es como cuando dibujamos las olas del mar salpicando pero de forma más suave. Su color es el que más destaca con un tono muy rojizo, quizá por contraste ya que por encima de ésta se abre ahora una región vacía muy clara casi blanquecina (antes se localizaba aquí la otra banda ecuatorial). Por encima de esta zona tan clara, más allá de la región tropical y cerca del otro polo, comienza una región de un color marrón claro uniforme, aquí no aprecio bandas paralelas como en la cercanía del otro polo.
Y con esto ya decidí aparcar el telescopio y descansar para ponerme a recoger el equipo. No sin antes deleitarme en silencio con la contemplación del crepúsculo que anunciaba la llegada del Sol y el nuevo día. La Osa Mayor se bañaba en septentrión mientras una finísima luna menguante asomaba tímida junto a Aldebarán cuyo imponente brillo anunciaba la llegada de Orión. Pero la luz del alba acabó por llegar antes y fue apagando las estrellas despacio… entonces escuché una voz dentro de mi: “hasta pronto…” Así me despedí del cielo con la ilusión de volver a encontrarme con él.
Guardamos los equipos en los coches dejándolos listos para el viaje de vuelta.
Esta noche dormí profundamente.
Leonor Ana Hernández:
Fotografía autora: Samyang 8mm, Canon 10D
Dibujos autora: Grafito sobre papel, difumino y PS (negativo)
Crónica de la aventura "Diurna" con muchas fotos (Parte I)
Imagino que a muchos les puede asustar tanto texto pero si has llegado hasta aqui... MUCHISIMAS GRACIAS!